¿Cómo sabes que no estamos en Matrix?

Tengo unos cuantos amigos que siempre me están diciendo que vaya a comer al Peñuelas, que no vaya al Fray Luis porque es una mierda de sitio. Hoy voy a contarles por qué se equivocan.

Acabo de estar allí comiendo, y en menos de una hora ese comedor ha cambiado mi vida para bien en todos estos aspectos:

1. Sociabilidad:
Ha entrado un hombre en la zona de la cola diciendo que aquel sitio era un desastre y despotricando sobre la falta de tenedores y pan. Al hacerlo dirigiéndose a todos en general, ha sido muy fácil interactuar con él, aunque fuera un desconocido.

2. Alimentación saludable:
Sé que la fruta es buena, pero aun así mi postre es siempre un yogur... los del comedor deben de estar preocupados por mi dieta, así que hoy no había yogures. Supongo que habría un montón de ellos una hora antes y los habrán escondido cuando me han visto llegar.

3. Sorpresas:
¿Qué es la vida sin una sorpresa de vez en cuando? Los del Fray lo saben, y por eso en su menú pone que hay lasaña, pero en realidad hay macarrones con sabor a heno.

4. Compañerismo:
Tanto mi compañero de comedor como yo queríamos arroz a la cubana, pero se quedaron sin huevos a la mitad de la cola, con lo que uno de nuestros platos era arroz a la cubana y el otro era arroz con tomate. Dividimos el huevo en dos, y todos contentos.

Además, la comida es un tema de conversación infinito que te hace desarrollar tu imaginación:

- Tiene mérito hacer que unos simples macarrones sepan tan mal.
- Bueno... el arroz sólo sabe a sal y los macarrones no saben a nada, así que igual si los mezclamos...


Y como despedida, recordando a Sheldon en The Big Bang Theory...

- ¿Sabes cómo sé que no estamos en Matrix?
- ¿Cómo?
- Si estuviéramos en Matrix, la comida sería mejor.


Bueno, la comida era espantosa, pero ha sido una experiencia interesante.

Y que conste que al final conseguí mi yogur.